Siempre deseaste “ser alguien” para que todos, y especialmente tus padres, siguieran valorándote, amándote, reconociéndote. Así buscaste ser la hija perfecta, la hermana ideal, la mejor amiga, la impecable profesional.
Deseaste vivir rodeada de animales, perros, gatos, pollitos, pájaros, a quienes dar ese amor que llevas dentro, a quienes cuidar y mimar.
Deseaste, en realidad dedicarte profesionalmente a ello, lo sentías como tu pasión y la cambiaste por algo “más útil y provechoso”. ¡Como veterinaria acabarás de pueblo en pueblo, de parto en parto de vacas! te decía tu padre, ¡Como ingeniera tendrás un buen trabajo, éxito, dinero y reconocimiento! concluía.
Deseaste aprenderlo y comprenderlo todo. Con esa mezcla de curiosidad y timidez, no podías salir de clase llevándote una duda. La búsqueda de certeza en todo. Ahora te permites vivir en la incertidumbre.
Deseaste viajar y conocer culturas exóticas, experimentar en ti otras formas de pensar y actuar, otras maneras de vivir, cuestionándote la tuya propia. Lo hiciste integrándote con aquella gente, viviendo como ellos, conviviendo con ellos.
Deseaste hablar otros idiomas, y hablarlos bien, con el propósito de imprimir calidez y cercanía en tus encuentros con personas de otros países, aunque sólo fuera para poder saludarles y agradecerles en su mismo idioma.
Deseaste tener una hermana con la que compartir juegos e ideas de chicas: bailar, hacer coreografías, cocinar, y no tener que andar persiguiendo el balón de futbol de tus hermanos. Tus buenas amigas cubrieron, en parte, aquel anhelo, y tus hermanos pequeños se prestaron a crear conjuntamente bailes y coreografías.
Deseaste vivir en un lugar al lado del mar, con mucha luz y vistas al océano. Pintaste muchas veces aquel refugio, su espacio interior, no muy extenso, pero con grandes ventanales y rincones acogedores para leer embriagada por el sonido de las olas del mar. Un jardín con flores de todos los colores y aromas, con un banco y una farola de estilo antiguo que completaban el hogar de tus sueños. Un espacio donde charlar, o disfrutar del silencio, con quien se prestara a compartir ese momento y espacio a tu lado, con el espectáculo de un imponente sol despareciendo en el horizonte.
Ahora ya sabes que gran parte de esos que creías tus deseos eran, realmente, carencias de amor y reconocimiento, y que la manera de conseguirlos era dándote a ti lo que esperabas de los demás. Otros de tus anhelos, de una manera u otra, vieron la luz, los disfrutaste y aprendiste con experiencias enriquecedoras. Mientras, se mantienen vivos los que siguen siendo tus sueños y pasiones, fantasías del País de tus Maravillas.
Y ahora ¿qué es lo que deseas?
Ahora deseas vivir en coherencia y presencia en cada instante, en ser tu misma, esencialmente tú, en total libertad interior, para sentirte en calma y plena.
Deseas seguir este maravilloso camino de autodescubrimiento y transformación, de sanación interior.
Deseas seguir desvelando todas esas partes de ti que algún día dejaste ocultas para no verlas. Al revés, deseas abrazarlas y aceptarlas.
Deseas reconocerte y validarte a ti misma, sin expectativas externas. Completa aceptación de todo cuanto eres.
Deseas no dejar de sorprenderte e ilusionarte con la misma curiosidad que de niña.
Deseas seguir viviendo cada experiencia, disfrutando y aprendiendo de lo que llega y permitiéndote soltarlo.
Deseas compartir amor.
Naces a una vida en la que eres amor y compartes amor.

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